“La afición de mi padre por el whisky es la clave del éxito del bar”, explica Paul Bordonada al otro lado de la barra mientras sirve un Nomad, un whisky de carácter escocés y alma jerezana, envejecido en sherry casks de González Byass. Uno de los más de 200 whiskies que tiene en carta.
El Museo del Whisky de San Sebastián es un bar especial. Un universo tranquilo donde el piano, en vivo, de Vicente acompaña conversaciones alrededor de una buena copa.
Paul Bordonada.
Todo comenzó hace muchos años, cuando el padre de Paul trabaja de cocinero en Escocia y se enamoró de este espirituoso ancestral, comenzando una colección de botellas que hoy cuenta con más de 3.500 joyas líquidas.
“En su primer bar ya recopilaba botellas de Escocia e Irlanda. Se las traían amigos y conocidos, camioneros y agentes de aduanas, que viajaban al Reino Unido. Después, recuerdo que escribíamos cartas a los maestros destiladores pidiéndoles botellas, nos mandaban dos o tres y les devolvíamos una fotografía de su botella en el museo… Todo en papel, claro, cartas y fotos”, explica Paul con una pizca de nostalgia.
El Museo del Whisky se encuentra en la Alameda del Boulevard, una de las calles más emblemáticas de San Sebastián. El local se divide en dos plantas. La baja es un bar tradicional con una gran selección de whiskies de todo el mundo. La superior es un salón más elegante con la exposición de las botellas y una pequeña colección de arte y objetos relacionada con el whisky.
Entre las curiosidades de este bar, además de la colección whiskies y la coctelería especializada, hay que destacar la personalidad de Paul Bordonada, perfecto anfitrión y parte fundamental del alma del Museo del Whisky. La creatividad y el humor acompaña cada día al buen ambiente que es capaz de generar. “He sido muy afortunado, me gusta la gente y me lo paso muy bien”. Entre las particularidades de este bar, está el ingenio de Paul, que siempre comparte con sus amigos y clientes. Creó el primer concurso literario en un posavasos, ha grabado discos, desarrolló un juego de cata que llamó “El Cazador de Whisky”, ha fabricado la coctelera más pequeña de mundo -inscrita en el libro Guiness de los records- y se inventó el caramelo de gin&tonic. Pero por lo que es más conocido, además de por su simpatía y erudición en el mundo del whisky, es por los “puñejuegos”, pequeños retos que saca de la barra, para sorprender a sus clientes con juegos “de un solo paso”, explica Paul. “Un puzzle de tres piezas que no sabrás resolver, una caja que yo puedo abrir y tú no encontrarás la manera…” y todo esto, antes de la segunda copa.
Sobre el consumo de whisky, nos cuenta que están de moda los ahumados de las islas escocesas, que ha pagado alguna cantidad de dinero elevada por alguna botella especial y que las rarezas más buscadas son las pequeñas ediciones que las destilerías escocesas hacen, en contadas ocasiones, para sus vecinos del pueblo.
Pero Paul no se moja a la hora de decirnos cuál es su whisky favorito. Ante la pregunta, contesta: “depende del momento. Lo comparo con el amor, que a veces te gusta suave, otras fuerte, rápido o lento…”
Si estás en San Sebastián, el Museo del Whisky es una visita obligada.