El Serbal abrió sus puertas en 1999 en el barrio Puertochico de Santander. En 2003, consigue una estrella Michelin (que defiende desde entonces) y, en 2021, se muda a la playa de El Sardinero a un edificio que ofrece unas vistas perfectas para disfrutar de una propuesta gastronómica espectacular, llena de emoción, sentido y sabor. Una experiencia que se complementa por una magnífica bodega con más de 1.200 referencias de 14 países desde la que Rafael Prieto, dueño y sumiller, comparte sus pasiones de zonas vinícolas tan importantes como Jerez, Champagne, Alemania, Borgoña, Oporto o Burdeos.
¿Cuál ha sido la idea más importante que te ha llevado hasta aquí?
Lo primordial siempre ha sido tener claro que nuestra misión es hacer feliz a la gente. Este oficio no se trata de quitar el hambre, hay que hacer disfrutar.
¿Cómo definirías la cocina de El Serbal?
Cantabria en el producto y evolución con técnicas actuales. Sin tradición no hay evolución pero, una vez aprendida, no nos quedamos ahí. Solo miramos hacia delante.
¿Qué platos han vencido esa filosofía?
Solo uno, un postre, el helado de queso, que está desde 1999. La presa o el cocido lebaniego llevan cinco años y ya me parece mucho. Normalmente ninguno de nuestros platos dura más de seis meses en carta.
Rafael Prieto.
Tu bodega es uno de los actores principales del éxito de El Serbal.
Soy un apasionado de los vinos y de su realidad en el concepto gastronómico.
El cliente nos pide que le descubramos nuevos vinos y eso nos obliga a algo que nos encanta, que es seguir en la búsqueda constante.
Hoy es fácil ver disfrutar a unos amigos de un buen vino español, otro día querer beber uno argentino, italiano o chileno, para volver a España.
¿Qué sorpresas tienes este verano en la carta?
Al bogavante cantábrico le hemos cambiado la salsa por una versión de gazpachuelo que servimos en frío y, para nuestro famoso cocido lebaniego, (puré de garbanzo del cocido, crema de berza, raviolis de compango y su sopa) proponemos siempre acompañarlo con un Oloroso.
En coctelería, somos más de antes o después. Pensamos en el aperitivo o como copa final con cócteles clásicos y de autor. Aunque también tenemos alguna propuesta de maridaje para el menú.
Pero la sorpresa del verano siempre es lo bien que se está en nuestra sala, mirando al mar y disfrutando de los amigos.
El Serbal tiene dos hermanos pequeños en formato bistró que se llaman Querida Margarita (antiguo local de El Serbal) y Querida Mar (planta baja de El Serbal).