Resulta que ya no vamos a poder pagar esas botellas de vino que tanto nos gustan o que aspirábamos a descubrir y disfrutar. El motivo, la “gentrificación” de los vinos, un término llevado al mundo de los vinos por el divulgador y crítico de vinos Santi Rivas (Madrid, 1979) que, desde su altavoz, erudito y documentado, nos lo cuenta en su segundo libro titulado “Vinos gentrificados”.
Hemos abierto un Tío Pepe en Rama en Coalla Madrid para pedirle que nos cuente qué está pasando en el mundo del vino.
Segundo libro y rozando la celebridad. ¿Cómo estás?
No llegaré a los 50 años… Pero aparte de eso, todo muy bien.
¿Qué es el fenómeno del vino gentrificado?
Si la gentrificación es el fenómeno inmobiliario por el que la gente de mayor poder adquisitivo echa de sus barrios a los que allí vivían, con los vinos pasa, literalmente, lo mismo. Hay unos vinos que salen de bodega a un precio (40 o 60€) y, en el momento en que caen en manos de los que tienen cupo o los que compran a los que tienen cupo (distribuidores y hostelería), ese mismo vino sube a un precio brutal (300, 400 o 2.000 €). El consumidor, que no tiene cupo, se ve obligado a pagar esas cantidades, por lo que deja de beberlo.
El vino gentrificado no es una decisión de las bodegas, es de ese mercado secundario.
¿Un ejemplo?
El vino más gentrificado que existe es Domaine des Miroirs Mizuiro. Sale por 60 € y, si lo quieres comprar por Internet, no baja de 1.600 €. ¿Qué ha pasado? Que alguien entre la bodega y el consumidor ha decidido especular con él.
¿Existe una demanda que paga esos precios?
Sí, el que compra el piso en el barrio de Salamanca. La gentrificación es la última consecuencia de la fenomenología del vino de culto.
¿Qué es un vino de culto?
Aquel que te permite contar cosas con su consumo. Una proyección de tu personalidad. Ese vino que transmite cosas sobre ti desde el momento en que lo pones sobre la mesa.
¿Y este perfil de winelovers entra en el juego de los gentrificados?
Normalmente no, bien porque no tiene el dinero o porque no quiere.
¿Existe alguna solución?
No. Y solo me parece positivo porque mete a otros vinos en el panorama. Cuando no puedes acceder a estos vinos, te vas a buscar otros. ¿Por qué bebemos ahora Pinot Noir alsacianas? Porque no tenemos dinero para pagar las borgoñonas.
¿Cómo se está contando esto en la prensa especializada?
Nadie está hablando de esto. Solo yo. Por eso me va tan bien.
¿Qué te dicen los bodegueros de esta situación?
Que no la pueden controlar.
¿Qué está pasando en los restaurantes?
Hay quien tiene clientes que pagan lo que sea y otros que no especulan. Por ejemplo, Angelita o La Fisna (Madrid), tienen los vinos a un precio razonable, pero te los tienes que beber ahí.
Por otro lado, ha surgido la figura del “sumiller-nazi”, aquel que teniendo, el vino no te lo sirve. “¿Por qué? Si tengo el dinero para pagarlo”. “No te conozco, vienes muy poco a mi restaurante y lo reservo para mis clientes”.
¿Tú no habrás tenido nada que ver con esto de la gentrificación?
Todos tenemos que ver. En el libro hay un capítulo que se llama “Agentes gentrificadores”, en el que digo que un divulgador con capacidad de prescripción es un gentrificador, un sumiller estrella es un gentrificador, un bar de vinos de reconocido prestigio, también es un gentrificador.
¿Es una burbuja?
No, porque se los beben.
Recomiéndanos dónde buscar esos vinos que todavía no han sido gentrificados.
La nueva ola de Rioja es muy interesante. Algunos ya son de culto, otros lo serán y alguno se gentrificará.
Como experto en tendencias del consumo del vino, ¿qué es lo próximo que veremos?
El fenómeno bordelés. Burdeos tiene un problema grave y es que han guardado mucho vino. Tienen muchas añadas de todo, porque su concepto y proceso dice que a un vino hay que darle mucha guarda y, hasta ahora, había dos maneras de hacerlo: me compras un 2021 por 700 € y lo guardas tú o me compras un 2005, con la crianza hecha, y pagas 2.500 €. Pero esto ya no funciona. Hoy la gente no está dispuesta a esperar para beber. Eso se une a que la tendencia de beber vinos blancos les hace sufrir porque lo que más elaboran son tintos.
¿Cuál es el nuevo perfil de consumidor?
El aburrido, esa persona de 30 años que firma su primer contrato indefinido, que tiene lo justo para gastar en algo de ocio y decide hacer algo con su vida, algo como comer y beber, que es socializar y sirve para evadirse. Él o ella no lo sabe, pero tiene 10 años antes de divorciarse y para comprarse una bici y las mallas en Decathlon. Hoy, hay un perfil que a esa edad comienza a beber barolos o borgoñas.
¿Cuál sería la tendencia mundial en consumo de vino?
Cada año el consumo del vino se va a reducir en beneficio del consumidor iniciado, con la particularidad de que el iniciado no consume los mismos vinos que el resto, porque se quiere diferenciar. Así que la industria del vino va a separarse en dos, una hará vinos para el consumidor que bebe por beber (grandes volúmenes) y la otra vinos para iniciados, que siempre serán minoría, pero que beben mejor y más caro, por lo que aunque nunca superen las cifras de consumo en hectolitros de los otros, sí los superarán en gasto medio.
¿Qué has ganado más en estos años de redes sociales, haters o amigos?
Siempre ganan los haters. ¡Para esto hay que valer! Posicionarse genera odios pero, también, militancia.
“Vinos gentrificados” está editado por Muddy Waters Books. Su precio es de 19€.