Ruth Alejandre, la periodista que se enamoró de los Balcanes.
La periodista de viajes y gastronomía Ruth Alejandre lleva media vida recorriendo el mundo. La pasión por la comunicación ha marcado su trayectoria hasta que los retos alcanzados dejaron el desafío de escribir un libro. Fueron las emociones sentidas, junto a las personas de ciudades como Mostar o Pristina las que inspiraron a la autora a escribir “Por amor a los Balcanes”, un relato sobre personas, costumbres y amor.
¿Por qué eres periodista?
A pesar de que en mi familia son todos ingenieros, yo soy la parte diferente. Soy una persona curiosa por naturaleza, me gusta preguntar y saber. Siempre me han gustado las letras y, desde muy pequeña, la comunicación fue algo obvio en mi forma de ser. Lo tuve siempre muy claro y estudié Comunicación Audiovisual.
¿Cómo te especializas en gastronomía?
La realidad es que con mis padres he viajado mucho y siempre me gustaba probar el plato típico de cada país, ciudad o región… Desde el primer momento, y de una forma muy natural, hacía fotografías a los restaurantes y a los platos; más para recordar y documentar. Así comenzó todo. Después me di cuenta de que me apasionaba acercarme a la parte humana de cada historia, a todo lo que había detrás de un producto, de quien lo cultivaba, de una receta o de un restaurante.
Además de la gastronomía, eres una viajera infatigable y solitaria.
Sí, me gusta viajar sola, pero no le veo ningún valor, ni me parece nada extraordinario. Esta forma de viajar ha sido mi normalidad. Reconozco que ha habido momentos complicados, con alguna experiencia dura, y ha habido viajes, como a la India, en los que me lancé al vacío sin mucha información y solo con muchas ganas.
“Para mí viajar es el mayor regalo de la vida, una de las cosas más gratificantes y bonitas que, además, te hace crecer como persona”
Ruth Alejandre en el Hotel The Principal, en Madrid.
¿Cómo te han modelado como periodista esos viajes?
Para mí viajar es el mayor regalo de la vida, una de las cosas más gratificantes y bonitas que, además, te hace crecer como persona. Los viajes me lo han dado todo. Y son buena parte de lo que soy hoy en día.
Una de las decisiones importantes en mi vida fue volver a España y hacer las tres cosas que estaban en lo más alto de mi lista de “temas pendientes”: hacer el Camino de Santiago sola (Camino del Norte. 1004 km); viajar como mochilera por el sudeste asiático y hacer voluntariado en la India con las Misioneras de la Caridad.
Cuando terminé, aposté por GastroGuru y la docencia (es profesora en la Universidad Francisco de Vitoria, en el grado de Gastronomía, de Cordon Bleu).
¿Cómo surge el proyecto de escribir el libro “Por amor a los Balcanes”?
Quería escribir un libro de viaje y, de pronto, me encontré en Bosnia sabiendo que esa sería la historia. Supe que tenía que escribir este libro, simplemente porque se lo debemos.
“Me impactó el carácter de la gente; personas genuinamente amables, abiertas y maravillosas que querían que conocieras su tierra y su cultura”
En Croacia me di cuenta de que las últimas noticias que teníamos de esta parte del mundo eran las del final de la guerra. Cuando entré en Bosnia y me relacioné con las personas, me di cuenta de que no teníamos ni idea de su realidad y pensé que le debíamos este punto de atención.
Todo lo que se ha contado de Balcanes es de la guerra y muy poco de la gente, de su cultura, de su cocina, o de cómo les ha afectado ese conflicto. Por ejemplo, el puente de Mostar sobre el río Neretva divide la ciudad en dos mundos diferentes. En esta ciudad me impactó el carácter de la gente; personas genuinamente amables, abiertas y maravillosas que querían que conocieras su tierra y su cultura.
Bosnia y Kosovo me cautivaron por completo.
“En Bosnia me gustó su čevapi, una salchicha de carne picada especiada que se sirve con salsas”
Y además de ese positivo impacto social y cultural, ¿qué destacas de su gastronomía?
Que comen mucha carne, pero también me gustaron sus ensaladas, las hojas de parra rellena, sus hojaldres y la pastelería.
En Pristina (Capital de Kosovo) hay mucha gente joven y un interesante movimiento cultural. Aquí descubrí el restaurante Tiffany, con su horno de piedra y los productos locales y naturales, y los mezzé, esos platitos con diferentes elaboraciones para compartir.
En Bosnia me gustó su čevapi, una salchicha de carne picada especiada que se sirve con salsas, así como sus hortalizas y verduras. Todo un mundo gastro por descubrir y disfrutar, aunque nada tendría sentido sin la hospitalidad de los habitantes de los lugares que recorrí (Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Albania, Kosovo, Macedonia del Norte y Serbia).
Volviendo a la actualidad, ¿qué opinas de la cocina de hoy?
Mi opinión es que llegará el momento en que nos daremos cuenta de que Ferran Adrià supuso una revolución en la cocina a nivel mundial por su trabajo e influencia. Nunca nada volvió a ser lo mismo.
Después, creo que los que vinieron detrás perdieron el norte con tanta espuma y esferificación…. Pero era un proceso por el que teníamos que pasar.
Hoy, la cocina de la abuela, el puchero y el delantal están de moda como tendencia general. Un recetario fabuloso en el que se aprovecha lo aprendido en cada una de las diferentes etapas y todas las técnicas para maltratar lo menos posible la materia prima y volver a la raíz de nuestra cultura gastronómica, sin olvidar la importancia de cuidar el medio ambiente.
“Ahora nos inundan con la moda de la cocina saludable, fit o ecológica… Hoy es tendencia, pero se quedará lo bueno”
En esas diferentes etapas, la cocina se abrió a los medios y hoy es parte fundamental del ocio…
Así es. Ahora nos inundan con la moda de la cocina saludable, fit o ecológica… Hoy es tendencia, pero se quedará lo bueno: la gente comienza a ser consciente de que la comida tiene mucha relación con la salud. Todo gracias a lo que supuso en comunicación, como concepto “gastro”, la época de la Nueva Cocina Vasca y el trabajo de Ferrán Adrià.
¿Por qué has elegido este lugar en Madrid para hacer la entrevista?
El hotel The Principal me encanta porque es céntrico, tranquilo y tiene las mejores vistas de Madrid: se ve el edificio Metropolis, mi favorito.
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